El Islam es la Religión de la Paz y el Bienestar

“Oh creyentes! ¡Entrad todos en la Paz!1
(El Sagrado Corán)
La palabra Islam viene de la raíz "salam", que significa "bienestar, paz y salvación". "As-Salam" es también un nombre de Dios que significa "el poseedor de paz y bienestar" y "aquel que lleva a la salvación". El musulmán es aquel que elige la paz y la tranquilidad. Asimismo, "iman" significa "sentirse seguro y en paz" y "deshacerse de los miedos". Por lo tanto, el caos, el conflicto, el terrorismo y la guerra no tienen nada que ver con la esencia del Islam, el propósito de su revelación y los principios de su existencia.
El Islam tiene como objetivo garantizar la paz, la tranquilidad, el respeto mutuo y la seguridad en el mundo. Insta a los seres humanos, quienes gozan de la gran bendición de la razón, a poner fin a las disputas y reconciliarse.
Un musulmán toma de su Señor la personalidad propensa a la paz y la reconciliación, fácil de llevar, y que ha madurado con la buena moral. Al entregarse a Él, se apega a la fuente de paz y bienestar. A medida que alcanza la paz y la tranquilidad en su interior, también lleva esta paz al exterior. Al seguir al Corán, enviado por Dios como guía para la humanidad, y a Muhammad (s.a.s) el mayor representante de la paz, alcanza el paraíso llamado "Dar al Salam", es decir, "Hogar de Paz".
Desde el primer evento de maldad, que tuvo lugar entre los hijos de Adán (a.s.), la historia humana ha atestiguado muchas guerras, salvajismo y crueldad Se le arrebato el derecho a la vida a muchas personas, se violó su honor y se pisoteo su dignidad debido a su creencia, color, raza o la riqueza de la tierra en la que vivían. Sin embargo, a lo largo de la historia, Dios, exaltado sea, ha advertido a la gente y enviado profetas y libros para ofrecer a la humanidad una vida digna. El último eslabón de la cadena de la profecía es el Profeta del Islam, Muhammad (s.a.s).
A lo largo de su vida, el Profeta (s.a.s) invitó a sus interlocutores a lo justo y a la verdad, además, defendió la paz y la reconciliación. Nunca tomó las armas a menos que la dignidad del Islam, los valores humanos o los derechos y lo que es sagrado para los musulmanes estuvieran siendo atacados. El Corán explica esta situación de esta manera: “Dios no os prohíbe que tratéis bien y con justicia a los que no os hayan combatido a causa de vuestra creencia ni os hayan hecho abandonar vuestros hogares. Es cierto que Dios ama a los equitativos.2
El Profeta (s.a.s) afirma en muchos de sus hadices que es el deber de un musulmán reconciliar a sus hermanos en la religión, que es necesario trabajar para solucionar los desacuerdos a través de métodos diplomáticos y pacíficos, y que es importante respetar los tratados. De hecho, cuando el Mensajero de Dios (s.a.s) regresó como comandante victorioso a La Meca, de donde fue expulsado por la persecución de los politeístas, años más tarde, no derramó sangre, no se vengó y perdonó a los mecanos el día de la conquista.
El Islam no pone la condición de tener las mismas creencias para poder vivir en paz y actuar juntos en buenas obras en beneficio de toda la humanidad. Lo importante es estar a favor de la paz y respetar los derechos, libertades, creencias y valores de las personas. Debido a la importancia que el Islam concede a la moral y la jurisprudencia de la convivencia, la civilización islámica fue testigo de ejemplos únicos en los que personas de diferentes razas y creencias vivieron juntas en paz en la misma tierra.
Es apropiado mencionar aquí uno de los conceptos clave del Islam: el yihad. De acuerdo al Islam, yihad significa esforzarse en el camino de Dios y luchar por la verdad. Yihad es el esfuerzo de un creyente por ganar la complacencia de Dios utilizando su vida, sus propiedades y toda su existencia.
Yihad es mostrar determinación con el cuerpo, el lenguaje, la mente y el corazón para proteger los valores sagrados. Es la determinación de un musulmán a vivir en su país con honor, identidad y libertad, así como a proteger su fe, su bandera, su independencia y su dignidad. Yihad no es de ninguna manera ataques, destrucción, explotación o persecución injustificada. Por el contrario, yihad es el esfuerzo del musulmán por defender su ley contra el injusto y la injusticia. El musulmán trabaja y se esfuerza en el camino de Dios con sus manos, su pluma y sus ideas unos días; y otros lo hace con sus bienes materiales y su energía. Trabaja día y noche para difundir la verdad, invitar al bien y contribuir a las cosas buenas. Por su parte, la lucha armada en defensa de la posibilidad de existir, la patria, la supervivencia, la libertad y la fe es el último nivel del yihad.
Los juegos sucios llevados a cabo por organizaciones terroristas usando los nombres del Islam y del yihad no tienen nada que ver con este termino. Los ataques suicidas, el salvajismo y la violencia que se intentan atribuir a los musulmanes, pero son cometidos por grupos de asesinos desprendidos de toda conciencia y misericordia, son irreconciliables con el entendimiento islámico del yihad porque en el Islam, este termino no consiste en tomar un arma y quitarle la vida a personas inocentes. En el Islam, el yihad no es el esfuerzo para asesinar, sino para mantener la vida; no es el esfuerzo para destruir, sino para revivir. Sin importar el a quién o el porqué, los ataques a personas inocentes no tienen nada que ver con el espíritu y los ideales elevados que el Islam atribuye al yihad. El terrorismo, que es incompatible con la religión, la fe, la virtud, la humanidad, la razón y la conciencia, merece ser maldecido siempre.
La humanidad debe hacer un esfuerzo conjunto para borrar la maldad de la tierra, decir basta a aquellos que causan daño y corrupción, y hacer predominar la paz. El Islam invita a este esfuerzo conjunto, espera que toda la humanidad, especialmente los musulmanes, se oponga por completo a la opresión y la tiranía, y luche por mejorar. De hecho, la definición del Profeta del Islam (s.a.s) del musulmán y el creyente es muy clara: "El musulmán es aquel de cuya lengua y mano los musulmanes están a salvo, y el creyente es aquel a quien la gente confía su sangre y su riqueza".3


La Vaca, 2:208.

2 La Examinada, 60:8.
Tirmidhi, Fe, 12.

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