La Creencia en el Destino

"En verdad, hemos creado todo en su justa medida".1
(El Sagrado Corán)
Dios, quien crea de la nada, deseó establecer todo lo que hay, hubo y habrá en el universo dentro de una relación de causa-efecto. De esta manera, al estar equipado con una cualidad superior como la mente, el ser humano comprende la sabiduría y las verdades de la creación más fácilmente. Por ende, una persona que examina cuidadosamente el universo notará que no predomina el caos, sino el destino, es decir, la medida, el equilibrio y el orden. Esto indica la existencia de un Creador Supremo.
La fe en el destino es uno de los seis principios de la fe en el Islam. Significa creer que cualquier cosa en el universo buena o mala, correcta o incorrecta, viva o inerte, beneficiosa o infructuosa existe a través del conocimiento, la voluntad, el poder, la aprobación y la creación de Dios.
Existen situaciones en la vida que exceden la capacidad de las personas y que no se pueden cambiar. Por ejemplo, nadie puede obstaculizar el funcionamiento del universo, los sistemas de reproducción de los seres vivos, el flujo de los eventos naturales o que se produzcan rayos o terremotos. Del mismo modo, no hay posibilidad de que cuando viene al mundo, una persona elija su familia, raza, color, género. Estas cosas son el resultado de una determinación divina a la que se le llama "qadr", destino o predestinación.
Por otro lado, las personas contribuyen en la realización de algunas acciones buenas o malas. Dios le concedió al ser humano espacio para moverse en su ilimitada propiedad y le dio derecho a elegir en cierta medida. Por ejemplo, el ser humano tiene el libre albedrío para realizar un acto de bien o cometer un pecado. En tales casos, la creación de Dios se produce según el esfuerzo y la decisión del ser humano. Por lo tanto, las precauciones y las elecciones tomadas por las personas también son parte del destino.
Dios conoce y ha registrado en la preeternidad todo lo que pasa en el universo. Dios sabe incluso antes de nuestra creación hasta el último detalle de lo que viviremos y conoce también cómo usaremos nuestra capacidad de elegir gracias a su conocimiento eterno. Sin embargo, esto no significa que Dios nos obligue o nos mueva de un lado al otro como una hoja seca es llevada por el viento. El hecho de que Dios sepa de antemano lo que sucederá no elimina la responsabilidad de los seres humanos. En este contexto, una persona que roba no lo hace porque Dios sabe que hará esto, sino porque elige la peor de dos opciones que puede tomar, elige el hurto a sabiendas y voluntariamente. Por lo tanto, sufre las consecuencias de su elección y crimen.
Lo que lleva a las personas a la felicidad o la miseria en este mundo y en el Más Allá es en realidad lo que hacen. Lo importante es que la persona dirija su voluntad hacia el bien y no utilice su libre albedrío en el camino del mal. Porque todos se atienen a los resultados de sus decisiones y atribuirle al destino todo lo que pasa no libera a nadie de su responsabilidad.
Una persona que cree en el destino acepta que, en última instancia, el verdadero hacedor es Dios. Muhammad (s.a.s) lo resume de la siguiente manera: “Debes saber que si toda la creación se reuniera para hacer algo que te beneficiara, nunca obtendrías ningún beneficio excepto lo que Dios haya escrito para ti. Y si se reunieran para hacer algo que te perjudicara, nunca te harían daño excepto por lo que Dios haya escrito para ti Las plumas se han levantado (no pueden escribir algo nuevo) y las hojas se han secado (no se pueden cambiar)".
Por ejemplo, una persona que cree en el destino sabe que la lluvia caerá cuando se cumplan ciertas condiciones físicas. Sin embargo, para esa persona, la lluvia no es solo el resultado de una combinación de causas naturales. El musulmán, al ir más allá de las razones aparentes, cree que Dios hace caer la lluvia. La decisión final, la orden, el decreto y la creación son sin duda de Dios.
En el Islam, no se entiende el destino como lograr algo sin esfuerzo, esperar sentado algo de Dios y, así, ponerlo como responsable de todos los asuntos. El musulmán cree en el destino y cumple con sus responsabilidades a cabalidad. Actúa con decisión, determinación y paciencia. Después de recurrir a todas las razones materiales e inmateriales y tomar todas las precauciones necesarias, confía en Dios y deja el resultado en sus manos.


La Luna, 54:49.

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