La Súplica
"Cuando Mis siervos te pregunten por Mí, estoy cerca y respondo a la súplica de quien invoca cuando Me invoca. ¡Que Me escuchen y crean en Mí! Quizás, así, sean bien dirigidos.1
(El Sagrado Corán)
Para el siervo, la súplica o duá es buscar sinceramente refugio en Dios, confesar su debilidad frente a Su grandeza, y pedir su favor, ayuda y perdón al mostrarle un profundo amor y respeto.
Dentro del rico mundo del significado de la duá, se encuentran diferentes sentimientos e intenciones, como agradecer a Dios, alabarlo, declarar que no tiene igual ni semejante, pedir perdón y protección frente al mal, y rogar por las bendiciones requeridas.
La súplica es una adoración integral que no está limitada por ciertas formas o condiciones, no depende de un tiempo o de un lugar determinado. Por supuesto, hay momentos en los que las súplicas son aceptadas, como las noches benditas, justo después de las oraciones obligatorias, el día viernes y el día de Arafa, . Asimismo, existen lugares que se complementan con la duá, como La Meca, La Kaaba, Arafat y Medina. Sin embargo, es un hecho indiscutible que el ser humano puede suplicar a su Señor en cualquier momento y situación.
La súplica es la comunicación establecida entre Dios y el siervo. Durante su vida, el ser humano encuentra muchos problemas que no puede superar. Vive situaciones colmadas de ira, dolor, angustia, miedo, impotencia, soledad, la desesperación, enfermedad, pobreza y desesperanza. Especialmente en tiempos difíciles, siente la necesidad de suplicarle a Dios. Esto es porque la esperanza de que lo ayude Dios, poseedor del poder infinito, alivia la tristeza del ser humano y aumenta su resistencia. Pero Dios, exaltado sea, no desea que las personas supliquen solo cuando están en problemas. Él quiere que el siervo lo recuerde tanto en la riqueza como en la pobreza, tanto en la tranquilidad como en la angustia. Incluso describe en el Corán a sus siervos ingratos y desagradecidos, quienes le suplican cuando están en aprietos, pero lo olvidan cuando están tranquilos nuevamente.
El musulmán le da sentido y valor a su vida a través de la duá, además, la practica con la conciencia de que su Señor lo ve y lo escucha en todo momento. No se apresura en ella y no pierde la esperanza de que sea aceptada. Evita el egoísmo implorando no solo por él mismo sino también por sus hermanos creyentes. Le da importancia a suplicar sinceramente y pedir lo mejor de Dios.
1 La Vaca, 2:186.
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